El Mercado da por finalizado septiembre con las mismas inquietudes que empieza octubre. Más allá de todo lo que se pueda comentar, todo apunta a que aquellos que buscan comprar durante la caída probablemente deberían tener cierto grado de paciencia mientras la corrección sigue su curso.
El endurecimiento de las condiciones financieras está siendo un problema cada vez mayor: la fortaleza del dólar, los precios de la energía, el creciente rendimiento de los bonos… todo ayuda a reforzar los argumentos de los bajistas. Es probable que limite la teórica subida estacional que, como comento, al menos teóricamente empieza a mediados de octubre.
También se especula con una nueva subida de tipos en noviembre, lo cual nos lleva a la siguiente cuestión.
¿Qué ocurre cuando la Reserva Federal hace su última subida de tipos? Cuando la Reserva Federal hace su última subida de tipos, el mercado de acciones sube siempre que no haya recesión. En cambio, si hay una recesión, las acciones bajan, aunque la Reserva Federal ya haya hecho su última subida de tipos.
Esto nos lleva a la siguiente cuestión, para la cual lamentablemente no tenemos respuesta: ¿Cuándo será la última subida de tipos? ¿Va a llegar una recesión? Sobre esto último, parece evidente que existen suficientes señales macroeconómicas que nos hagan pensar en la llegada, pero no podemos saberlo con certeza.
¿Qué podemos esperar del SP500? La perdida de los 4300 puntos es preocupante, entre otras cosas, por dos motivos: el primero es porque suponía un soporte muy importante en términos anuales y el segundo porque la perdida de la media móvil de 200 sesiones abre la puerta a caídas adicionales de entre el 3% y el 7%.
Vemos probable una llegada a los 4.100 puntos. Algunos indicadores están empezando a iluminar la sobreventa. No obstante, nos preocupa la perdida de fuerza relativa del SP500 respecto al dólar, bonos y commodities.
Conclusión Técnicamente, el mercado parece estar listo para una recuperación, y los vientos estacionales en contra pronto se disiparán. Sin embargo, el endurecimiento financiero fuerte y significativo, junto con el deterioro técnico en general, nos generan cierto escepticismo acerca de la sostenibilidad de cualquier rebote a corto plazo.